Me molestan sobremanera las
palabras estancadas, esos conceptos que por su forma y contexto parecen decirlo
todo, pero que carecen de contenido. Son como tipografías vacías de color,
desnudas de textura. Pura forma… ¿formalidad? Me da la sensación de que el mero
suponer o dar por hecho que tal concepto es sublime u honorable es lo que nos
hace entronarlos y adorarlos sin animarnos a preguntarle a él mismo qué es lo
que quiere decir. No nos damos cuenta que si no charlamos con los conceptos no
podemos hacerlos significativos, no podemos conocer. Lo único que logramos es
sacar el tapón y permitir que su sentido se diluya… se pierda.
Nos dicen que hay conceptos que
no se aprehenden pero que sí se sienten, se experimentan; luego es muy
complicado poner en palabras todas las emociones que comprende un concepto y
por eso preferimos dejar a un lado la ardua tarea de definición.
Una palabra que nunca me animé a
comprender es la palabra patria. Toda
su solemnidad y ritualismo impone un respeto que ahuyenta las preguntas, da
miedo no entenderla porque a nadie le gustaría ser tildado de traidor, mejor no intentemos comprender.
Pero eso sí, hay que amarla; porque todos dicen que eso es un valor.
Fechas patrias, amor a la patria,
madre patria, símbolos patrios, valores, historia. La Patria no es la bandera,
no es tu país, ¿es la gente? ¿Es la tierra? ¿Es la misma para todos los
argentinos? ¿QUÉ ES? La Real Academia Española decidió iluminarme y me contó
que la patria es la tierra natal o adoptiva a la que uno se siente ligado por
vínculos jurídicos, históricos y afectivos. ¿Si no tengo amor a la patria
entonces no es mi patria? No me estoy haciendo la tonta, si lo creen así
entonces queridos lectores definan ahora mismo la palabra patria.
Sé de muchos que denuncian el
vacío de la palabra patria, también
sé del dolor que los envuelve. Dolor que comparto y que surge de haber nacido
en este lugar, establecido los lazos más importantes de tu vida y que sin
embargo no se respeten los valores que uno lleva tatuados en el corazón. Dolor
de que la patria me sea ajena porque
no la reconozco como construcción constante, actual, crítica y auténtica. Dolor porque el hecho es que no puedo
deshacer mi argentinidad.
En estas palabras pretendo
abrazar a todo argentino que se anime a denunciar el vacío de los conceptos que
pretenden ser los constitutivos de nuestra identidad, descubro en ellos seres
más auténticos y comprometidos con la realidad en relación a los otros, que
agachan la cabeza ante un discurso. Quiero descubrir y rodearme de gente que
parta de acá para descubrir un nuevo sentido, construirlo.
Cuando estaba en quinto año llevé
con orgullo la bandera de ceremonias y pronuncié de corazón el juramento,
recuerdo el último himno que canté alzándola, tan emocionante… En ese entonces sentí y experimenté, lo cual hace que se
torne demasiado significativo para mí encontrar una respuesta, la patria algo
debe ser. En un deseo de hacer pie decidí que para mí la patria debe tener algo que ver con los valores que
encarnan y transmiten las personas que comparten una misma tierra –algo más que mero espacio físico- ¿Será que no estamos
compartiendo ningún valor y por eso nos es tan difícil entender lo que la
patria sea? ¿Los argentinos, tenemos códigos? ¿Los respetamos? ¿Qué valor
somos? ¿Qué somos?
Hoy no entiendo a mi patria, me
siento tan Charly García en Botas locas,
cantando “si ellos son la patria yo soy extranjero.” No hablo de discursos
políticos, me refiero tan solo al hecho de pedirle amablemente a un señor que
apague la música fuerte en el colectivo y que él me responda con una sarta de
insultos que no me voy a molestar en transcribir. Esa relación tenemos, nadie
nos creería que compartimos un mismo suelo.
La cuestión es que me hice
educadora, es mi deber construir
ciudadanos responsables. Por eso, aunque hoy no la comprendo, quiero hacerlo,
quiero crearla. Pongo mi empeño en mi patria que añoro sea educación, prosperidad,
libertad. Para lograrlo educo, produzco y
promulgo la libertad como
herramienta necesaria para que cada uno se anime a pensar en su valor y con él
transforme esta tierra.
Si le ponemos valor a nuestro
trabajo –nuestro medio para transformar la realidad- vamos a ver resurgir aquellos conceptos
estancados en una nueva significación. De esto pueden estar seguros:
nadie lo va a hacer por nosotros. ¡Hablen con las palabras!
Julia.-
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