El hombre es un animal de
tradiciones. Enumeren, indaguen, describan, nos rodean por doquier, nunca las
pensamos. Son los rituales de la cotidianeidad, del almanaque, de la superstición;
provienen de la transmisión oral y práctica que uno repite porque siempre se hizo así, quien sabe qué puede
pasar si dejamos de hacerlo.
Hoy vengo a desenmascarar una de
ellas, ¿cómo llegó a mi este secreto? De la mano de una profesora de latín que quiso
desentrañar orígenes etimológicos y animar la motivación de un grupo de alumnos
dormidos. Espero que no se asusten ni se espanten, puede ser muy oscuro el
fundamento de algo tan inocente como
una cinta roja contra la envidia.
Cuenta la leyenda, que el pueblo
romano era muy miedoso y supersticioso. Rondaba entre las calles el miedo
constante al mal de ojo, o como lo
nombraron ellos: envidia. En-vidia, del verbo vedere en latín, significa ver
con malos ojos, maldecir con la mirada. El poder del sentido de la vista es
una simbología muy recurrente en esta cultura.
Los ciudadanos romanos temían por
los más indefensos, los recién nacidos. Si alguien los miraba mal podía
determinar una vida miserable en el futuro. ¿Cómo lograr desviar esas miradas?
¿Cómo hacer para que se enfoquen en algo, de lo cual no puedan desprenderse? ¡Fácil!
Parece ser que el tabú del sexo no llegaría hasta mucho más avanzada la
historia de la humanidad, porque los romanos supieron discernir que si hay algo
que domina al hombre es el deseo sexual, por eso, queridos lectores, no
encontraron solución más simple que colocar un falo arriba de la cuna del bebé.
Si, así como lo leen. Los bebés,
lejos de divertirse con los móviles de Fisher Price, tenían encima un falo,
preferentemente rojo. De este modo, según los romanos, toda persona que
quisiera envidiar al niño, quedaría distraída
por el adorno, desviando la mirada y
la maldición. Cuando el niño salía de su cuna, colocaban en su muñeca una
miniatura roja que represente el falo, esto decantó en la simple cinta roja que
observamos hoy en día por doquier.
¿Quieren saber más? La palabra
falo en latín es fascinus. ¿Les
suena? Piensen… Si, fascinación.
Algo que te fascina es aquello que no
podés dejar de mirar. No se amarguen, no se indignen, rían. Rían a
carcajadas: somos humanos, animales de tradiciones. ¿Qué estaremos diciendo sin
saber?
Definitivamente, me encantan las
palabras.
Para aquél que ya quiere ir a buscar en la RAE, acá está la entrada:
Fascinación.
(Del lat. fascinatio, -onis).
1. f. Engaño o alucinación.
2. f. Atracción irresistible.
Julia.-
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