lunes, 5 de noviembre de 2012

Nineteen eighty four .-


Mi nombre es Julia. Mis papás siempre me contaron que decidieron llamarme así por una canción que estaba basada en una novela. De chica, escuchaba la canción dos o tres veces en el año, porque me parecía algo demasiado valioso como para andar reluciéndolo cotidianamente. Julia fue escrita por Rick Wakeman, tecladista de Yes, por si no lo ubican. Un señor muy alto con cara de vikingo que es capaz de tocar seis teclados al mismo tiempo. Me crié con este señor y me llenaba de orgullo tener el nombre de su canción.

A los 16 años me invadió el pensamiento político, muy poco auténtico debo afirmarlo, mi crítica hacia el orden establecido ya venía predeterminada un poco por mis genes y otro tanto por la acérrima vocación libertaria de mi hermana mayor. No tuve mucha opción… bueno, siempre existen las opciones.

Ese mismo año, una profesora se cruzó por mi camino con el objetivo fijo de abrir mentes capaces de interpretar críticamente la realidad. El clima estaba dado, amigos igualmente politiqueros con demasiados argumentos frescos, salidos del horno, listos para ser refutados. Entre películas, recortes de diario y libros de historia política, sentí que comenzaba a pensar y que existía todo un universo de cuestiones sociales, culturales e históricas que me esperaba junto a mis ideas.

Diecisiete años. Abro un libro: 1984 de George Orwell. Como dije, pude durante mucho tiempo haber escuchado una sola campana de la historia, aquella de defiende las libertades individuales y la búsqueda autónoma de la felicidad; pero también leí, me formé y nutrí mis ideas con todo lo que tenía al alcance de mis manos. Cuando leí la primera página de 1984 supe que se iba a transformar en mi libro de cabecera, que ese mundo relatado cual ciencia ficción no era otro más que este mundo: el que se vale de los más altos valores como la verdad, la justicia y el amor para encubrir sus antónimos, cimientos de la realidad. Un mundo de apariencias, donde las palabras buscan ser equívocas a propósito para seguir justificando un orden alterado de las cosas.

Pensar críticamente. ¿Cómo sobreviven las ideas cuando utilizan tus mismos ideales en pos de objetivos contrarios? ¿Cómo responder lógicamente cuando la irracionalidad domina el sistema? ¿Cómo exigir respeto en un ámbito que no es más que poder? Cada día, como el protagonista de la novela, el esfuerzo que debemos hacer es mayor para seguir comprendiendo las ideas que se defienden y la lógica que abraza mis fines. No estoy loca, tengo razón, ¿o no estoy percibiendo objetivamente la realidad?

Sentada en un campo leyendo, en el medio de la nada, contra un árbol: Winston descubre que esa chica que lo había enamorado se llamaba Julia. Intrépida, sagaz, inteligente. Igual que la Julia de mi canción, porque claramente siempre habían sido la misma, pero fueron necesarios 16 años, descubrir mis ideas, defenderlas y fundarlas para poder encontrarme con Julia.

La lógica no bastó para salvarla, aunque en realidad nunca lo sabremos. ¿Las ideas se doblan contra el poder? Yo confío en las ideas, por eso me dedico a ellas. Mi protagonista me dijo estas palabras en la novela: “Dentro de ti no pueden entrar nunca.” Y me rodean claros ejemplos que son testigos de la certeza de esa frase. Pero las ideas están hechas para compartirlas, para transformar la realidad. Julia no pudo, yo puedo.

"Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución, se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución es la persecución misma. La tortura solo tiene como finalidad la tortura. Y el objeto de poder no es más que el poder." 
George Orwell, 1984. 

Bajo el nogal de las ramas extendidas, yo te vendí y tú me vendiste.-  


Julia.

1 comentario:

  1. muy bueno hermana!!! gracias por nombrarme y reconocer mi influencia :)

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