Mi nombre es Julia. Mis papás
siempre me contaron que decidieron llamarme así por una canción que estaba
basada en una novela. De chica, escuchaba la canción dos o tres veces en el
año, porque me parecía algo demasiado valioso como para andar reluciéndolo cotidianamente.
Julia fue escrita por Rick Wakeman,
tecladista de Yes, por si no lo
ubican. Un señor muy alto con cara de vikingo que es capaz de tocar seis
teclados al mismo tiempo. Me crié con este señor y me llenaba de orgullo tener
el nombre de su canción.
A los 16 años me invadió el
pensamiento político, muy poco auténtico debo afirmarlo, mi crítica hacia el
orden establecido ya venía predeterminada un poco por mis genes y otro tanto
por la acérrima vocación libertaria de mi hermana mayor. No tuve mucha opción…
bueno, siempre existen las opciones.
Ese mismo año, una profesora se
cruzó por mi camino con el objetivo fijo de abrir mentes capaces de interpretar
críticamente la realidad. El clima estaba dado, amigos igualmente politiqueros
con demasiados argumentos frescos, salidos del horno, listos para ser
refutados. Entre películas, recortes de diario y libros de historia política,
sentí que comenzaba a pensar y que existía
todo un universo de cuestiones sociales, culturales e históricas que me
esperaba junto a mis ideas.
Diecisiete años. Abro un libro:
1984 de George Orwell. Como dije, pude durante mucho tiempo haber escuchado una
sola campana de la historia, aquella de defiende las libertades individuales y
la búsqueda autónoma de la felicidad; pero también leí, me formé y nutrí mis
ideas con todo lo que tenía al alcance de mis manos. Cuando leí la primera
página de 1984 supe que se iba a transformar en mi libro de cabecera, que ese
mundo relatado cual ciencia ficción no era otro más que este mundo: el que se
vale de los más altos valores como la verdad, la justicia y el amor para
encubrir sus antónimos, cimientos de la realidad. Un mundo de apariencias, donde
las palabras buscan ser equívocas a propósito para seguir justificando un orden
alterado de las cosas.
Pensar críticamente. ¿Cómo sobreviven las ideas cuando utilizan tus
mismos ideales en pos de objetivos contrarios? ¿Cómo responder lógicamente
cuando la irracionalidad domina el sistema? ¿Cómo exigir respeto en un ámbito
que no es más que poder? Cada día, como el protagonista de la novela, el
esfuerzo que debemos hacer es mayor para seguir comprendiendo las ideas que se
defienden y la lógica que abraza mis fines. No
estoy loca, tengo razón, ¿o no estoy percibiendo objetivamente la realidad?
Sentada en un campo leyendo, en
el medio de la nada, contra un árbol: Winston descubre que esa chica que lo
había enamorado se llamaba Julia. Intrépida, sagaz, inteligente. Igual que la
Julia de mi canción, porque claramente siempre habían sido la misma, pero
fueron necesarios 16 años, descubrir mis ideas, defenderlas y fundarlas para
poder encontrarme con Julia.
La lógica no bastó para salvarla,
aunque en realidad nunca lo sabremos. ¿Las ideas se doblan contra el poder? Yo confío en las ideas, por eso me dedico a
ellas. Mi protagonista me dijo estas palabras en la novela: “Dentro de ti no pueden entrar nunca.” Y
me rodean claros ejemplos que son testigos de la certeza de esa frase. Pero las
ideas están hechas para compartirlas, para transformar la realidad. Julia no pudo, yo puedo.
"Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución, se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución es la persecución misma. La tortura solo tiene como finalidad la tortura. Y el objeto de poder no es más que el poder."
George Orwell, 1984.
Bajo el nogal de las ramas extendidas, yo te vendí y tú me vendiste.-
Julia.
muy bueno hermana!!! gracias por nombrarme y reconocer mi influencia :)
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