Nietzsche escribió en
alguno de sus libros: «Un filósofo es un hombre que vive, ve, oye, sospecha,
espera y sueña constantemente cosas extraordinarias.»
¿Cómo se hace para vivir extraordinariamente todos los días? ¿Cómo
permanecer en el asombro? ¿Queda lugar en el mundo, después de TANTAS COSAS,
para lo extraordinario?
Mi secreto –divulgado constantemente en cada oportunidad que tengo- es
aprender a preguntar. Convertir el cuestionamiento en tu compañero de cada día. Hay cosas que nos rodean a diario, que
dejamos pasar porque siempre están ahí…
tan mundanas, simpluchas, no esperamos nada de esas cosas. Sin embargo, con el
poder de una pregunta, esa cosa
puede tornarse un misterio; entonces tu mundo se torna extraño y te colma de un vértigo que
está muy lejos de aburrirte. Abrís los ojos y descubrís que eso que siempre fue así, era en realidad
de otra manera… incluso quizás ni sepas lo que es.
Divago un poco, pero la verdad es que todo esto surge de una gran preocupación que me persigue hace
una semana; un alumno de 16 años me dijo “estoy
pensando en lo aburrida que es la vida.” Me descolocó radicalmente. Esto va dirigido a
todo enamorado de la vida, como yo: ¿Qué mundo le están mostrando a los jóvenes
–y no tan jóvenes- para que consideren aburrida la vida?
Hoy me dijo mi director: “venimos sin manual de instrucciones.” Desde
ese momento la vida misma no puede ser más que interesante. No sabemos qué
somos, para qué estamos acá, cuál es el sentido de todo esto y encima de lo único
que estamos seguros es que vamos a morir (esto es Heidegger, compañero de
reflexiones en la última semana) Entiendo que enfrentes a la vida con angustia,
con temor… que te cueste estar alegre en ciertas circunstancias. ¿Pero
ABURRIDO?
Me inquieta. Sobre todo en un joven, que es esencialmente POSIBILIDAD, que alberga tantos proyectos al mismo tiempo.
Me alejo del relato tremendista para regresar al método: la pregunta.
En mi vida, la realidad me viene mediada en forma de pregunta; como
profesora enseño filosofía enseñando a preguntar. La verdad es que eso mucho no
se enseña, sino que directamente uno lo pone en práctica, así que como
profesora le propongo a mis
alumnos que se pregunten. Nos preguntamos sobre qué es ser adolescente, sobre
qué es la realidad, qué es el cambio, qué son las cosas, qué es existir… No nos
cansamos (o yo no me canso de proponerles temas y leer sus cuestionamientos
filosóficos)
Entrando en las cuestiones éticas, nos preguntamos acerca de la
felicidad, me pregunté mucho y ese es un poco el motivo por el que empecé a
escribir el blog. Acá les dejo mis preguntas:
¿Qué es la felicidad?
¿Se puede ser feliz? ¿Todos pueden ser felices? ¿Existe la felicidad
para siempre? ¿La felicidad solo es para afortunados? ¿Hay que buscarla? ¿Hay
que encontrarla? ¿Alguien tiene que dártela? ¿O es algo que uno crea? ¿Cada uno
tiene su propia felicidad? ¿O todos alcanzamos más o menos lo mismo? ¿Puedo
criticar la felicidad de otro? ¿Puedo compartir mi felicidad? ¿Mi felicidad
puede ser felicidad de otro? ¿Cómo se logra eso? ¿Es acaso la felicidad, algo
contagioso? ¿Cuál es la relación entre la alegría y la felicidad? ¿Si estoy
feliz, necesariamente tengo que ser alegre? ¿La alegría aparece como
consecuencia de la felicidad o es al revés? ¿Y el placer? ¿La felicidad es
siempre placentera? ¿No es raro eso de llorar de felicidad? ¿Y las cosquillas
en la panza? ¿La sensación de que los ojos te están brillando? ¿La felicidad te
hace una persona segura? ¿Se puede ser feliz haciendo infeliz a otro? ¿Es de
egoísta eso de andar feliz cuando hay tanto mal en el mundo? ¿No es la solución
más simple frente a esos problemas? ¿La felicidad está al alcance de todos?
¿Estamos condenados a vivir para buscar la felicidad? ¿Hay alguien que no la
busque? ¿Hay alguien que se de por vencido en esa búsqueda? ¿Se puede realmente
bajar los brazos y resignarse a encontrarla? ¿En ese caso, el hombre sigue
siendo hombre? ¿La felicidad es esencial al hombre?
(Realmente es mucho lo que no sé...)
La filosofía problematiza la vida, moviliza la realidad, revuelve todo
como una batidora constante que se queda quieta por un segundo y vuelve a
funcionar. Es muy breve el momento de descanso, en el que uno ve las cosas
claras porque al próximo segundo una nueva pregunta ya te está acechando. La
filosofía es realmente muy molesta.
Pero sin dudas, el remedio
más accesible para escaparse del tedio y la monotonía J
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