martes, 2 de octubre de 2012

Eudaimonía


Si me preguntan qué me hace feliz, lo primero que se me viene a la mente es estar en un aula. No importa si en condición de alumna o profesora, mi concepción pedagógica me permite ser ambas simultáneamente.

Tengo el privilegio, por no decir suerte y que todo se torne muy azaroso en mi vida, de aun faltándome seis materias para recibirme ya poder experimentar los frutos de la docencia. Soy profe de dos quintos años desde el mes de marzo, me tocó presentarles la filosofía y prácticamente graduarnos juntos.

Mucho de lo que va a aparecer en este blog es fruto de experiencias áulicas, no me surge escribir para irme lejos como mis pensamientos abstractos filosóficos y ponerme a discutir sobre qué quiso decir Hegel con su Espíritu. Necesito una filosofía que camine conmigo, que me acompañe a trabajar y que vuelva de la escuela nutrida, llena de nuevas preguntas.

Lejos de querer transformar la filosofía en algo que no es, ya sea desde un punto de vista pragmático o utilitarista, mi intento es utilizar la filosofía como herramienta para comprender qué es eso del pensamiento crítico y autónomo, y cómo es que se consigue. Cuatro años de materias pedagógicas que cubren un 50% de la currícula por disposición ministerial, no me lo enseñaron; sin embargo todos se llenan la boca hablando del pensamiento crítico como objetivo último y fundamental de la educación.

Todos se quejan de la juventud, a mí la juventud me hace pensar y pensar. La docencia es un trabajo que nunca descansa, me voy a dormir planificando clases, estoy en el colectivo recordando la mañana de trabajo, entro al Facebook y contesto inquietudes. Es hermoso.

Recientemente, en mis residencias docentes, una alumna exponía una clase de antropología y me maravilló con esta frase: “Uno no es lo que hace sino que hace lo que es.” No dependo de mi trabajo, no soy mi trabajo, pero sin dudas ESTOY en mi trabajo, con toda mi esencia, con todos mis sueños, con todos mis proyectos e ideales. En el aula, soy Julia a la más alta potencia posible, por eso me hace feliz.

La jovencita continuó con su exposición diciendo: “Uno quiere la felicidad, sin embargo buscarla no es una obligación, la felicidad es tan solo la consecuencia de determinado modo de relacionarse con la vida.”

Aristóteles decía que todos tendemos a un fin último y perfecto, la felicidad. La buscamos a ella misma, en persona, nunca como medio. El término específico que usa Aris -así le dicen mis estudiantes- es EUDAIMONÍA, EU es bien/bueno en griego y DAIMON hace alusión a la idea de un “demonio” “espíritu divino” que te asiste. La idea del daimon es mucho más antigua que Aristóteles y encierra muchos matices filológicos; pero a fines de este blog lo vamos a reducir considerablemente: tener un “buen demonio” para los griegos antiguos implicaba plenitud de ser.

Esto era ser feliz: “TODO ME VA BIEN” 



El cómo hacer para que todo vaya bien, es otra lección…

Stay Tuned.


Julia.-


2 comentarios:

  1. Me permites participar?,mis mejores augurios para tu pasión y tu deseo.
    Me encantaría ,si es posible, proponerte preguntas,se que la diferencias de edad son muy importantes ,pero la inquietud, la búsqueda es una pasión que no se apaga como otras.
    Es posible enseñar a ser crítico, pero quizás lo primero es separarse de lo que nos enseñaron y eso no suele ser "un buen negocio"

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  2. Me honra la participación de tan ilustre docente y filósofa :) Así que son más que bienvenidas todas las preguntas y respuestas que se puedan brindar.
    Me deja pensando esa última frase... es bastante engorroso el tener que desandar lo andado al descubrir que ciertos aprendizajes resultaron ser más una traba que un enriquecimiento. ¿Ese camino es la crítica? ¿No hay algo mas directo? :)

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