... escribe en "Un tal Lucas" un capítulo llamado “Un pequeño
paraíso”. Comienza así:
Las formas de la felicidad son muy variadas, y no debe extrañar que los habitantes del país que gobierna el general Orangu se consideren dichosos a partir del día en que tienen la sangre llena de pescaditos de oro.
De hecho los pescaditos no son de oro sino simplemente dorados, pero basta verlos para que sus resplandecientes brincos se traduzcan de inmediato en una urgente ansiedad de posesión…
Pocos recuerdos me inquietan más,
que aquellos que guardo en relación a un libro, a una frase, al momento en que
la hice propia. Una tarde en un colectivo, leyendo a mi preferido Cortázar, me encontré con la idea de la felicidad tan apresable y a la vez
ilusoria que encierra la imagen de los pescaditos de oro. No lo olvido, era
Balcarce y el río, un 35/9 a solo diez cuadras de mi destino.
Los pescaditos de oro te hacen
feliz, aunque no son de oro, sino dorados.
Incomprensible, irrisoria,
ilógica, sencilla, simple, tangible o imaginaria, ¿accesible? ¿Qué es acaso la
felicidad?
Esa es mi búsqueda. No necesito
que nadie llene mis venas de pescaditos de oro, yo tengo el poder de crearlos,
de encontrarlos, no dudo que en este momento ya merodean dentro de mí. ¿Qué buscan? ¿Dónde me llevan?
Recientemente me trajeron acá, a
este blog, se apropiaron de su nombre porque ¡no quieren dejarme en paz!
Bien mirado, los habitantes son dichosos por imaginación más que por contacto directo con la realidad.
Este es un intento de pararme
sobre suelo firme, la felicidad no es ilusión.
Animate a reflexionar conmigo sobre los pescaditos: Un tal Lucas, página 32.
Conocé a mi escritor preferido: Julio Cortázar
Me haces feliz
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