miércoles, 12 de diciembre de 2012

Uno siempre sabe...


Hace mucho que no escribo, pero les aseguro que no son pocas las palabras habitando en mi mente, sin embargo tengo la sensación de que se resisten a acomodarse. Se rebelan las palabras contra mí, ¿cómo no van a hacerlo si viven influenciadas por un mundo en el que la coherencia no está de moda? Uno siempre sabe. No pienso, pero yo sé por qué no quiero pensar. Es el crimen del auto-engaño, contentarse con la mentira, con la verdad a medias pero a mi medida. Pero uno siempre sabe.

Hay dos supuestos filosóficos que quisiera recalcar: la diferencia específica del hombre es su racionalidad y, además, todos queremos comprender la verdad.

Hay momentos grises, cada vez más recurrentes, en los que me desentiendo de considerar la razón como lo esencial al ser humano. ¡La evidencia empírica me demuestra lo contrario! Generalizo –porque estoy así, perdón- y les digo que hasta pondría las manos en el fuego asegurando que cada vez son menos los que nos valemos de ella para enfrentar la realidad, transformarla y por supuesto, alcanzar y hacer valer la verdad; y, por el contrario, son más los que deberían revisar sus premisas…

¿Cómo puede ser? ¿Podemos escaparnos realmente a la razón? ¿Podemos cerrar los ojos frente a la verdad y hacer como que no existe? ¿Tildarla de apariencia? ¿De un relato más entre tantos otros? No creo que alguien pueda renunciar a ella sin condenarse en ese mismísimo instante.

Yo misma me estoy condenando en estos días en los que no quiero leer las noticias porque es tanto lo que sucede –y sucede MAL- que prefiero dejar mis palabras flotando para no anclarme en una realidad que sinceramente me supera. Lo que hago es posponer, dejar en suspenso, guardar en un cajón, métodos de auto engaño pasajero que están lejos de anular mi razón, esa que contra mi voluntad me impulsa a escribir, casi como una imperiosa necesidad.

Me podrán decir que el problema de la razón y de la verdad es que hoy todos sabemos que hay muchas razones y muchas verdades. Me altero. Porque bajo esta condición entonces todo está en manos de la política. ¿Cuál es la razón hoy? La del más fuerte. ¿A costa de qué? Del sentido común, quizás.

Como dije antes, hay épocas grises. En retrospectiva, a veces, se me distorsiona la historia y creo que desde que empecé a pensar críticamente estoy en una época gris. Mi equipo nunca gana, ahora me pasa que siento que ni siquiera tengo un equipo. Me da miedo el solipsismo en el que se puede caer cuando te rehúsas a la cruda realidad de que la vida política que te rodea nunca se regirá por reglas racionales. Es un juego, estoy de acuerdo, pero si vivimos en sociedad civil es porque somos seres humanos, no animales, por eso dejemos de contradecirnos: formemos una sociedad humana, esto es racional.

Uno siempre sabe… ¿en qué mente cabe pensar que la mentira y la violencia pueden construir algo?

No abran los ojos, abran la mente, con eso bastaría. 


Julia.-

2 comentarios:

  1. la racionalidad es casi una abstracción, si por ella entendemos que es la capacidad de conocer y producir ideas para explicar y nombrar lo que es y acontence fuera de nosotros,es una potencialidad encarnada en un tiempo y una circuntancia.
    La posibilidad que tiene de producir "verdad" depende de esa sujección,sin embargo por sobre ella está la exsitencia del otro que me obliga a que la verdad ,circunstancial ,surja del diálogo entre iguales.
    El encuentro comunicativo entre sujetos en condición de "igualdad" permite surgir "verdades".
    En los actos de violencia no hay igualdad de sujetos ,en los actos de mentiras no hay encuentro

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