viernes, 21 de diciembre de 2012

Que el miedo no te paralice.



La excitación del trajín cotidiano en el que nos sumergimos durante el año, va decantando en este mes caracterizado por los trillados balances y cierres de procesos. Fiestas de graduación y mesas de exámenes coexisten en el calendario, mechado con horas al sol, compras navideñas y despedidas de año. Diciembre es una avalancha.

Culminada mi rutina, me enfrento a una dosis extra de ocio filosófico que me permite divagar por las más extrañas ideas; pero en este vaho de serena irresponsabilidad me invade no solo la imposibilidad de autodominio, sino también las ideas inconexas y fantásticas en mi mente que frustran todo intento del triunfo de la lógica.

Extraño mi rutina, mi año atareado, mis deadlines. Una idea cae en mi mente ahora, a las 2:04 a.m. del supuesto día del fin del mundo: la atareada rutina diaria me permite experimentar la toma de decisiones eficaces y rápidas sin necesidad de detenerme mucho tiempo a pensar todas las consecuencias. ¡La rutina es acción! ¡Es pragmatismo! (Ojo, no mal interpretar, no me refiero a la rutina como lo tedioso)

En mi ocio me siento libre de responsabilidades, pero encadenada por los pensamientos irrelevantes que se detienen en consecuencias poco oportunas e improbables. La libertad angustia, decía Sartre. Angustia sentirse solo para tantas cosas, para casi todo. En el ocio nadie me empuja, no hay apuros por dar el primer paso, pensás… te asustas; lo único que tenés en mente son las metas, los finales y objetivos, pero no te detenés en el trayecto, en la experiencia de viaje.

Pienso en una montaña rusa: ¿Vale la pena subirse? ¿Para qué hacer la cola de horas sólo por cinco minutos de diversión? ¿Para qué subir si se va a terminar? ¿Quién me garantiza que lo disfrute? (Ahora, el drama) ¿Y si se rompe? ¡Que el miedo no te paralice! ¡Que las probabilidades no te estanquen!

Hegel me enseñó que existen dos formas de viajar: una, con los ojos fijos en la meta, tomando el viaje solo como un medio, así la vida misma termina siendo un medio, en estos casos el objetivo prefijado nos garantiza que en un final tildemos de exitosa o frustrante la experiencia; la otra oportunidad es considerar el viaje como un fin en sí mismo, porque lo importante no es tener un objetivo prefijado sino reconfigurar este mismo con cada experiencia que nos hace nuevas personas y que nos llevan más allá de lo que hubiéramos podido pensar en el minuto de partida.

Nadie te enseña a viajar así, porque cada viaje es uno e irrepetible, sos vos, soy yo, cada uno de nosotros. Es el viaje en el que nos permitimos perdernos, permanecer por momentos en el error, extraviarnos en deseos y preguntas sin respuesta, confiando en la ruta, en el crecimiento personal a costa tanto de éxitos como de fracasos.

¿Cuántos podemos aprender del error? ¿Cuántos se animan a reconciliarse con uno mismo? ¿Cómo hacemos para reconocernos extraviados? Sin dudas, a mi parecer, Hegel acierta con esta frase: “no hay más remedio que resignarse a la largura de este camino, en el que cada momento es necesario, hay que detenerse en cada momento…” (Fenomenología del Espíritu)

El camino no siempre es emocionante, perdernos nos angustia y lo transitamos entonces como camino de desesperación. Nos detenemos, pero no para abandonar, sí para pensar. Es el ínterin en el cual nuestro GPS está “recalculando” un nuevo camino que nos lleve a destino. Otra vez ¡Que el miedo a calles desconocidas no te paralice!

El año en su transcurso es el viaje en montaña rusa, vértigo, ansiedad, emociones, experiencia de constante cambio porque –por lo menos mi rutina- es desafío permanente de problemas por resolver. Pensás y andás al mismo tiempo, los días, las semanas, los meses no dan tiempo a detenernos. De golpe ya estamos en presencia de Diciembre… Enero… son los momentos previos y posteriores a la montaña rusa. Pensamos en la experiencia pasada y cómo nos hizo nuevas personas; pensamos en el futuro y cómo poder afrontarlo desde este nuevo lugar. Miedo. ¡Alguien que me empuje a una nueva aventura!



Julia.-

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