Escrito en el río, hace meses. Esto es volar.
Esos momentos sublimes. En los que te quedas en
silencio, todo lo que percibís por tus sentidos parece haber logrado de
improviso una armonía que no provoca otra cosa más que emoción y respeto en lo
más profundo de tu ser. Es el arte, es la magia, es esa mixtura perfecta en la
que lograste rescatar la esencia de la realidad. Y esta te estremece. ¿Es acaso
lo eterno haciéndose patente en lo cotidiano? ¿O lo cotidiano haciéndose eterno?
¿O nosotros percibiendo algo que estaba ahí, pero que mirábamos sin ver?
La verdad que me siento en este
banco y pienso que hoy logré hacer eso. Ver el río en esta ciudad, cada día, es
traer lo eterno, es experiencia de lo sublime, es perfección, reconciliación
con el mundo. El viento también parece algo eterno hoy. ¿Hoy? ¿Siempre? ¿Dónde
está?
Generalmente pienso que tengo que
venir al río a escribir, pero siempre resulta que estoy acá y solo me pierdo
contemplando. Me concentro, agudizo mis sentidos hasta que me cuesta comprender
la tridimensionalidad del mundo. Me encanta hacer fuerza y cambiar la
perspectiva; ya no estoy de este lado, estoy en frente, en la isla, mirándome desde
el otro extremo. Está bueno, porque sí, porque cabría la posibilidad. No solo
percibo, también pienso, ¿dónde estoy?
Ese en frente, no hay dudas, es
el misterio. El en frente es
silencio. ¿Es historia? Dice nada y dice mucho, porque como dije, cabría la
posibilidad. Posibilidad de ser otro; en otro tiempo, otro espacio. Posibilidad
de haber tomado otras decisiones. ¿El en
frente es eso que perdí por optar estar acá? Comprenderlo es comprenderme.
Quisiera descifrar todo lo que dice
el azul del cielo. Todo lo que tiene por contar este suelo, quisiera conocer
los misterios del río, el silencio de la isla, la oscuridad de esos senderos. ¡Todo
está tan a la vista! ¡Esta es la desesperación de la certeza sensible! Tan
inmediata e increíblemente misteriosa. ¿Tendría que ser árbol para comprender?
¿Quién puede rendir cuentas, no es acaso la mía tan solo una humilde
conciencia?
Humilde y miedosa, porque se
pierde mil veces en el contemplar, titubeando a la hora de elegir las palabras…
nunca van a ser exactas.
No existen.
¿Es una mentira ese supuesto
misterio?
Maldita nietzscheana,
Julia.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario