domingo, 10 de febrero de 2013

¡Filosofía barata y zapatos de goma!




Es una verdad reconocida por todo el mundo que toda definición de filosofía termina siendo muy pobre. En mi primer día de profesorado, mi director le dijo al curso: “No hay cosa más terrible para un profesor de filosofía que contestar la pregunta por lo que la filosofía sea.” Sabias palabras, señoras y señores.

Es simple definir las demás disciplinas y ciencias, incluso etimológicamente resulta sencillo, prueben con la biología, la física, la matemática, la literatura… Pero cuando buscamos la etimología de filosofía nos encontramos con un superficial y poco entendible “amor a la sabiduría.” No sabemos de objetos de estudio, de métodos y circunscripciones al campo científico. Encontrarse con la filosofía y comprenderla es la tarea final de todo curso filosófico e implica un arduo camino. Así somos los de este lado, no nos comprende ninguna definición, no nos entiende el diccionario. ¡Qué complejos!

En la filosofía todo empieza mal porque lo inmediato hay que dejarlo para después. Entras al aula, presentas la materia y te quedás sin palabras tan solo frente a la primera pregunta: ¿Qué es la filosofía?

Ahora, hay otra verdad reconocida por todo el mundo, y esta es: para el docente, no está delimitado el rango de posibles educandos. Sí, somos educadores en todo tiempo y espacio. Desafíos vocacionales que abundan en posibilidades e incertidumbres de escenarios y personajes posibles.

Así fue que un domingo a la madrugada me encontré con la pesadilla de todo profesor de filosofía -multiplicada exponencialmente porque había tomado algo de cerveza- Yo solo quería llegar a mi casa y dormir, pero no. El señor taxista tenía que sacar conversación y le puse onda porque… no sé por qué. Sepan lo siguiente, esta no es la primera vez, pude haber sido más astuta, mentir; pero las palabras salieron solas de mi boca ¡Atolondrada!

¿Te fuiste de vacaciones?
- Unos días, antes de que me agarre la culpa de no estar estudiando.
- Ah, ¿te llevaste materias?
- (Cara de: “Ja, no tengo 16 años” + Risas) No, estoy en la facultad. (Más risas para opacar la vergüenza)
Y… ¿Qué estudias?
- (¿Por qué? ¿POR QUÉ?) Profesorado de Filosofía……
- 
- (Ya sé que querés preguntarlo, dale.)
- (Timidez) Mirá… justo mi hija me preguntó el otro día: ¿Papá, qué es la filosofía? Y yo le contesté: ¡A mí me preguntas esas cosas!
- Claro, es difícil definir la filosofía, lo peor que nos pueden hacer es preguntarnos eso. (Traducción: no pienso contestarte)

Pero bueno, le contesté, porque precisamente eso es el amor a la sabiduría. Un amante de la verdad no puede dejar sin contestar una pregunta, o por lo menos intentarlo. Improvisé una clase de 20 minutos arriba de un taxi en la cual mi estudiante hizo preguntas muy interesantes; descubrí a través de ellas sus conocimientos previos: conectaba la filosofía con los griegos, con la mitología, entendía que eran distintas pero no sabía muy bien por qué. Le hablé de etapas históricas y de preguntas existenciales. Recalqué que todos somos filósofos porque todos nos preguntamos y cómo la filosofía intentaba dar respuestas racionales. Me dejé llevar un poco… Lamentablemente no llegamos a argumentos ontológicos y pruebas sobre la existencia de Dios, tampoco pude recalcar el problema metafísico, ni nombrar las antinomias de la razón pura.

Como siempre, la docencia te deja los más gratificantes frutos, el tachero me felicitó por “el léxico preciso” que utilicé y me llenó de ganas de estudiar cuando me dijo con sinceridad que daba muchísimo gusto escuchar con la energía que explicaba, “yo entendí todo todo lo que vos dijiste” agregó. Se despidió con esta frase: “¡Mañana voy a despertar a mis hijos a las 8 de la mañana y les voy a explicar todo lo que aprendí hoy!”

Así es el saber, así son las ideas, regocijan en la mente y en el encuentro… por algo decidí también abrir este blog. Hoy son tres personas las que saben que son filósofos porque pueden preguntarse por el sentido, la existencia, la libertad y Dios.

La filosofía te busca y te encuentra en los lugares (y horarios) menos pensados.




¡Compartan su saber!




Julia.-

Estoy pensando en empezar a hacerme pasar por estudiante de Ciencias Económicas. ¡La vida sería tan simple!

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