lunes, 11 de febrero de 2013

Hegelian love


Let’s talk about Hegelian love.


Lo primero es lo incondicional. La seguridad. La entrega. Lo inmediato es el encuentro, las historias. Lo profundo es el abrazo. La certeza es la eternidad. Unidad originaria, idéntica a sí misma, no admite contradicción; todo está dicho porque todo está ahí mismo, delante de nuestros ojos. Simpleza.

Pero la historia humana es lucha, es vida antagónica. La diferencia se abalanza contra nosotros porque la mismidad inmediata no existe para perdurar, lo eterno era mentira, la simpleza no es la esencia de la realidad. Te vas, te alejas, lo ves de afuera. Lo segundo es la contradicción.

Esta es la noche de tu conciencia. Tocas fondo porque lo que creías que te determinaba ya no está para brindarte seguridad. Tu todo es ahora la nada. ¿A qué me aferro? No se manifiesta lo profundo, ni siquiera en un abrazo. Nada sincero, nada fijo, nada certero más que la complejidad. Te volcás en el pasado, en el presente, en el futuro… ¿Dónde estás? Incertidumbre.

Volvés. Siempre se regresa a uno mismo, para descubrirse en su verdad. No somos eso primero, tan inmediato, fácil y mentiroso. Pura apariencia de certeza sensible, de verdad absoluta que no se conoce, que no se sabe a sí misma. En la noche, en la oscuridad, en el ocaso de todo lo que creías tuyo… no queda más que el encuentro con uno mismo. Vacío. Solo estoy yo, esto es lo que soy.

Reconocerse y retornar. Soy ese amor atolondrado, que se equivoca pero retoma las riendas de su vida. Soy el error que quiere perpetuar su existencia para afirmarse como verdadero, para reconciliarse con lo real, encontrarlo, conocerlo. Posición, oposición, composición; tres instantes de una vida, tres estadíos en constante movimiento. Tesis, antítesis, síntesis. ¿Cuál de estos es el momento de la felicidad?

El objetivo es reencontrarte.

El amor no es unificación.

Las apariencias engañan.

La verdad es un viaje.


¿Existe una síntesis final?




Julia.-

11-02-2013
03.49 am.

domingo, 10 de febrero de 2013

¡Filosofía barata y zapatos de goma!




Es una verdad reconocida por todo el mundo que toda definición de filosofía termina siendo muy pobre. En mi primer día de profesorado, mi director le dijo al curso: “No hay cosa más terrible para un profesor de filosofía que contestar la pregunta por lo que la filosofía sea.” Sabias palabras, señoras y señores.

Es simple definir las demás disciplinas y ciencias, incluso etimológicamente resulta sencillo, prueben con la biología, la física, la matemática, la literatura… Pero cuando buscamos la etimología de filosofía nos encontramos con un superficial y poco entendible “amor a la sabiduría.” No sabemos de objetos de estudio, de métodos y circunscripciones al campo científico. Encontrarse con la filosofía y comprenderla es la tarea final de todo curso filosófico e implica un arduo camino. Así somos los de este lado, no nos comprende ninguna definición, no nos entiende el diccionario. ¡Qué complejos!

En la filosofía todo empieza mal porque lo inmediato hay que dejarlo para después. Entras al aula, presentas la materia y te quedás sin palabras tan solo frente a la primera pregunta: ¿Qué es la filosofía?

Ahora, hay otra verdad reconocida por todo el mundo, y esta es: para el docente, no está delimitado el rango de posibles educandos. Sí, somos educadores en todo tiempo y espacio. Desafíos vocacionales que abundan en posibilidades e incertidumbres de escenarios y personajes posibles.

Así fue que un domingo a la madrugada me encontré con la pesadilla de todo profesor de filosofía -multiplicada exponencialmente porque había tomado algo de cerveza- Yo solo quería llegar a mi casa y dormir, pero no. El señor taxista tenía que sacar conversación y le puse onda porque… no sé por qué. Sepan lo siguiente, esta no es la primera vez, pude haber sido más astuta, mentir; pero las palabras salieron solas de mi boca ¡Atolondrada!

¿Te fuiste de vacaciones?
- Unos días, antes de que me agarre la culpa de no estar estudiando.
- Ah, ¿te llevaste materias?
- (Cara de: “Ja, no tengo 16 años” + Risas) No, estoy en la facultad. (Más risas para opacar la vergüenza)
Y… ¿Qué estudias?
- (¿Por qué? ¿POR QUÉ?) Profesorado de Filosofía……
- 
- (Ya sé que querés preguntarlo, dale.)
- (Timidez) Mirá… justo mi hija me preguntó el otro día: ¿Papá, qué es la filosofía? Y yo le contesté: ¡A mí me preguntas esas cosas!
- Claro, es difícil definir la filosofía, lo peor que nos pueden hacer es preguntarnos eso. (Traducción: no pienso contestarte)

Pero bueno, le contesté, porque precisamente eso es el amor a la sabiduría. Un amante de la verdad no puede dejar sin contestar una pregunta, o por lo menos intentarlo. Improvisé una clase de 20 minutos arriba de un taxi en la cual mi estudiante hizo preguntas muy interesantes; descubrí a través de ellas sus conocimientos previos: conectaba la filosofía con los griegos, con la mitología, entendía que eran distintas pero no sabía muy bien por qué. Le hablé de etapas históricas y de preguntas existenciales. Recalqué que todos somos filósofos porque todos nos preguntamos y cómo la filosofía intentaba dar respuestas racionales. Me dejé llevar un poco… Lamentablemente no llegamos a argumentos ontológicos y pruebas sobre la existencia de Dios, tampoco pude recalcar el problema metafísico, ni nombrar las antinomias de la razón pura.

Como siempre, la docencia te deja los más gratificantes frutos, el tachero me felicitó por “el léxico preciso” que utilicé y me llenó de ganas de estudiar cuando me dijo con sinceridad que daba muchísimo gusto escuchar con la energía que explicaba, “yo entendí todo todo lo que vos dijiste” agregó. Se despidió con esta frase: “¡Mañana voy a despertar a mis hijos a las 8 de la mañana y les voy a explicar todo lo que aprendí hoy!”

Así es el saber, así son las ideas, regocijan en la mente y en el encuentro… por algo decidí también abrir este blog. Hoy son tres personas las que saben que son filósofos porque pueden preguntarse por el sentido, la existencia, la libertad y Dios.

La filosofía te busca y te encuentra en los lugares (y horarios) menos pensados.




¡Compartan su saber!




Julia.-

Estoy pensando en empezar a hacerme pasar por estudiante de Ciencias Económicas. ¡La vida sería tan simple!

viernes, 8 de febrero de 2013

¡No somos fruta!



Cuando surgieron estas reflexiones me estaba retando a mí misma, suceso poco común para una conciencia libertina como la mía, que vive justificando su vagancia alegando con tonos de orgullosa autoridad: “yo funciono mejor bajo presión.”

En fin, me estaba retando… sí, porque empecé a volar soñando con títulos y postítulos alcanzados en lugares remotos del mundo, la sonrisa en la cara repitiéndose a sí misma “qué lindo sería”; de pronto, mi mirada se posó sobre la pila de libros que no estoy leyendo y lo que eso representa: el trabajo que no empecé a escribir.

¡INMADURA! Te basta con soñar posibles que se transforman en imposibles desde el mismísimo momento en el que preferís tus ideas voladoras a controlar tus responsabilidades presentes.

Mi mente me dijo eso entre mil cosas más. Pero sobre todo, me dijo inmadura. Y entonces yo reté a mi mente –me tomo esos atrevimientos a veces porque en mi vida prácticamente reto a todo lo que se cruza por mi camino-

¿Vos me decís inmadura a mí? ¡A ver si sos tan viva! ¿Qué es madurar? Porque yo tengo muy en claro que si madurar se trata de ciertas cosas, es muy probable que me rehúse a hacerlo y aún menos a sentirme ofendida si debo ser rotulada de inmadura.

¿Madurez es adultez? ¿Es responsabilidad? ¿Es ser serio? ¿Dejar de llorar? Parecería que la madurez es una meta a alcanzar por todos, pero yo me pregunto quién habrá sido el que pintó la línea de llegada. Todos sabemos cuándo una fruta está madura, llegó a su punto, terminó su proceso; pero es muy fácil, porque –perdón reino vegetal- pero todas las manzanas son iguales. Nosotros no somos frutas.

Jáctense de la madurez, regodéense de sus procesos terminados y señalen a aquellos que cruzan tarde la meta. Yo entiendo que nadie me conoce, ni yo me conozco; no sé de procesos con inicios y llegadas… solo de pasados, presentes y sueños. No me interesa tu meta, ni tus promedios y records, nadie sabe de mis heridas ni de lo que deberán tardar en curarse.

Madurar no es cuestión de tiempos ni de estadísticas, es estar bien con uno mismo. Yo no quiero madurar si para vos eso implica que deje de hablar en diminutivo, cantar a los gritos, sentirme cómoda haciendo dibujos con las Fabercito y las JOVI, dejar de dormir con una oveja de peluche y poner cara de esperanzada cuando miro una nube. No pienso dejar de llorar una vez por mes, ni de ver películas de Disney; tampoco tengo planes para mi futuro más próximo de alcanzar la estatura promedio para mi edad (como si eso dependiera de mí J) Sin embargo, me siento grande.

Me siento así, porque para mí la madurez es ser libre de las expectativas y aspiraciones de los otros, para dedicarme a mis tiempos, comprenderlos, dejarlos ser como soy yo misma. Es también ayudarme a ponerme bajo presión y así animarme a reinventarme. Madurez es retarme utilizando como parámetro lo máximo que puedo dar yo, no el resto.

No somos frutas, no venimos prefabricados, no hay un techo para tu desarrollo… tampoco se acaba tu tiempo.




No te compares con nadie.







Juli.-

miércoles, 6 de febrero de 2013

Teoría y práctica



Generalmente, cuando alguien dice que estudia filosofía la primera de las reacciones es: “Ah, re volada.” Si, así somos nosotros, pensadores del más allá, de la esencia de las cosas, del fundamento último de la realidad. Filósofo es el que se sienta a contemplar para descubrir las ideas de las cosas y poder comprenderlas en su ser. ¿Así soy? ¿Así de pasivos estamos en la interpretación del mundo?

Cuentan que en la antigua Grecia, para ser filósofo había que tener tiempo para no hacer nada. La filosofía era el privilegio de unos pocos que no estaban ocupados garantizándose el pan de cada día… Comprender la verdad suponía sentarse a contemplar, esto me lleva a una conclusión directa: para pensar la vida no había que “vivir.” ¿Unos son los que piensan y otros los que “viven”? ¿En qué pienso si no es en lo que experimento? ¿Se puede vivir sin pensar?

Las consecuencias de una filosofía que no se piensa desde la vida, desde la realidad concreta, asustan a los que trabajamos en su constante reconciliación. La separación entre filosofía y vida es una deuda que los filósofos –y todos nosotros- tenemos con la realidad. La filosofía no es útil, la filosofía siempre llega tarde, nunca podemos aprehender el presente, pensar filosóficamente no aporta soluciones… ¿Qué sigue? ¿Dejemos de pensar?

Divago entre estas ideas porque es lo que me está pasando. Hace semanas que estoy sentada leyendo y leyendo, “contemplando” teoría escrita; eso supuso un gran esfuerzo mental de mi parte para poder abstraer el razonamiento de otra persona, seguir sus pasos y hacer todo lo posible para apropiármelo –cosa bastante complicada cuando el autor no me ayuda ni con un ejemplo concreto. En un primer momento me siento pasiva, esas ideas no son mías, ni siquiera hablamos el mismo idioma. No te entiendo, te contemplo de lejos.

Es como sentarme a ver el cielo, conocer el lugar que le corresponde a cada estrella en el mismo… pero nunca entender el ser de la estrella, porqué está ahí, de dónde viene su luz. ¿Alguna idea?


Me sumerjo en Hegel, conceptos voladores, conciencias que se despliegan, autoconciencias que luchan por su reconocimiento, espíritu que se muestra. Recito párrafos de memoria, descubro ideas centrales, reconozco, pero no entiendo.

Y entonces, genio el que inventó esta metáfora: la lamparita. Hegel me hace trabajar, en mi mente corro de un lado a otro cargando palabras que intentan conectarse unas a otras, ideas que se llenan de contenido, dialéctica de reconciliación. Para mi mamá yo no me moví de la silla del comedor, pero créanme que estuve en mil lugares distintos. ¿La filosofía es pasiva? ¿Pensar es contemplar? No, pensar es construir la realidad, es hacerte ser, es crear mundos posibles. Pensar es practicar teorías, ensayar mundos, reconstruir argumentos. Es la ardua tarea de traer al presente el pasado y hacer de él algo nuevo.

Pensar es viajar y volver comprendiendo la totalidad, reinterpretándola. Cuando menos lo esperas, te descubrís en esa experiencia… siendo capaz de hacer cosas que en la quietud parecían imposibles. Para mí, teoría y práctica son dos caras de una misma moneda, no existe una sin la otra. Pienso para vivir y la mayoría de las veces, vivo para pensar. Me enorgullece, porque la filosofía intenta no solo proporcionar vida, sino hacer posible que vivamos bien. La filosofía si está separada de la vida, no es filosofía.

Vivís y algo acontece: podes entender que estás viviendo. A todos les pasa porque todos somos filósofos, ese es el inicio de tu historia de pensamiento… desplegalo. Nadie, pero nadie, puede hacerlo por vos, nadie va a pensar lo que vos no pienses. Muchos manipuladores intentarán convencerte de lo contrario, no lo permitas.




De pronto ves el cielo y todo tiene sentido

Julia.-

sábado, 2 de febrero de 2013

Sobre la tristeza


31 de Abril de 2012



Es totalmente legal estar triste. No se otorga sanción al que ande llorando en el colectivo, a quien sienta un nudo en la garganta cuando salga del trabajo, a aquel que no puede evitar que se le llenen los ojos de lágrimas cuando tiene que dar una mala noticia. No se acumulan penas de tristeza en ningún fichero de tribunales. No se abre un expediente con el nombre de aquellos que, aunque no derramen lágrimas en algún colectivo, tienen una herida sin sanar.
Sin embargo, nadie quiere estar triste.

No hace falta revolver entre ideas filosóficas de antaño, no es necesario leer enciclopedias voluminosas, ni estudiar la anatomía y el funcionamiento del cerebro humano. La respuesta a este dilema se encuentra en la superficie:

Nacimos para ser felices

Entonces vive tu tristeza en el espacio y tiempo que sean necesarios, porque es un sentimiento y hay que serle fiel a los mismos. Es humano y no experimentarlo es engaño a tu esencia.

Pero por favor, que la tristeza no te aleje de la VIDA.

                                                   Y Vida es búsqueda de felicidad.

                                                      Felicidad es disfrutar del viaje.

                                                         Y estas no son solo ideas…



Julia.-