lunes, 24 de diciembre de 2012

Personas enredadas en palabras


Pensando en finales de año. Pensando en ellos.

Con ella paso de extremo a extremo, sabemos disfrutar tanto la carcajada como la mirada perdida. Siempre es necesario tener a esa persona con la que podes disfrutar del silencio, no da miedo porque ambas podríamos dar cuentas de todo lo que la otra está pensando en ese mismo momento; no hacen falta los sonidos, las ideas se materializan por sí mismas. El lenguaje telepático es el regalo que te brinda una amistad bien cultivada, aunque como decimos siempre, haya sido a costa de nuestra voluntad... Es que ya tenemos la vida en años.

Están ellos, con los que debatir es mucho más que un pasatiempo, es la raíz, incluso el motor de nuestro aprecio. Aprendernos, conocernos, valorarnos. La finalidad es reír con la conclusión, abrazarnos con los argumentos, enriquecernos con las citas. Solo es posible en personas que saben que la vida posee más de una arista, que las cosas no están ya escritas. A veces con ellos siento que dibujo el mundo con ideas, lo pinto de valores, nuestros peros y porqués son la melodía que da ritmo a lo cotidiano cargándolo de sentido. Nuevos fundamentos son nuevos ojos para ver, nueva posición para nuevas composiciones.

Qué lindo es tener una persona con la que sonreís desde el principio porque anticipas la certera carcajada. Risa que me hace auténtica, que me da ganas de volar y delirar con el paso de los minutos que se escapan. La alegría es arte, forma y color, ¡Vida! Sacude lo viejo para volver a lo esencial; y la locura que se expresa no es más que una fiel representación de uno mismo, siempre simpática y atenta. Lo único que nos une –y es más que suficiente- es la certeza de saber que ser locos lindos es lo primordial ¿Quién quiere ser normal?

Conocí a este profesor, que es mi amigo, mi compañero, mentor y últimamente bautizado padrino académico. La filosofía nos tortura, cual karma que terriblemente le da fundamento a nuestro ser, logramos darle forma amena para enfrentarla en la revancha, haciéndola patente en el pasado, presente y futuro. Sin miedos, su consejo logra siempre que yo visualice mis metas como ya cumplidas. Por él logré volver a soñar cosas grandes, dibujar mi ruta, hacerme profesional. Rigor y soltura, acumulo consejos, palabras de aliento, proyecciones, su ejemplo.

Aquellos otros me miran desde un rincón, parecen de piedra pero sin embargo un simple grito movilizador nos despierta del letargo en el que nos sumimos después de tantos soles pasados sin noticias en el buzón. Nos asustamos con el silencio, pero es imposible tenernos miedo, nadie especificó la frecuencia solo sabemos que nacimos para compartir la vida. Lo más asombroso, hasta escalofriante, es experimentar cómo esta gente logra que en mi vida tres años pasen a ser tan solo tres minutos; el pasado risa constante y el presente más que motivador. Cuando me los encuentro, el tiempo se vuelve estático –para nada tedioso- y a veces llego a convencerme de que todo sigue igual. ¿No será verdad?

El dúo aprendiz-maestra lo encarnamos en cada encuentro. Mi amiga sabe hablarme en paisajes, algo que me maravilla y asombra poder experimentar. Estamos locas para querernos, porque ella es capricho disfrazado de sencillez y yo soy racionalidad en lenguaje oscuro. Será que a ambas la vida nos obligó a sentarnos a aprender, sabios nuestros corazones entendieron que era más llevadero hacerlo acompañadas y con mate de por medio. Miramos las nubes, respiramos río, estamos seguras que todo tiene algo que decirnos. Escucha atenta, esa es nuestra entrega, pasión por rememorar todo lo que nos decimos porque es poesía de la realidad.

Hurgo en mi mente y los encuentro. No necesito nada de ellos, pero lo quiero todo, porque no podría vivir sin que sean parte de mi vida. Inexplicable, inentendible, irracional, fundante.

Me encuentro con estas otras relaciones en las que nos une la mutua admiración. Yo admiro a estas personas por algo y es que sé ver su futuro en sus ojos. Determinación, capacidad, fortaleza. Los amo instantáneamente porque para mí son valores encarnados, no necesito contar mi historia, ni el último dato en materia de chisme, nuestra amistad es proyecto. No importa que el futuro no sea común, porque en el presente compartimos las ansias de hacer reales nuestros sueños, por ellos trabajamos hoy… solo por ellos.

Por último, todo aquel con el que comparto abrazos, esos que me levantan del piso y me hacen sentir la más querida a la redonda. Los abrazos son lo más lindo porque no engañan, es cariño concentrado que deja marca en la memoria, en el sentimiento y en la relación. Un abrazo es un te quiero y te quiero FELIZ. De tantos, tantas veces, solo me basta con un abrazo que complete todo lo que ya se encuentra patente en nuestra amistad.

Que hermosa experiencia enredar la amistad entre palabras acertadas, escuché por ahí en un intercambio de idea, que cada persona es un cuento que se cuenta, yo quiero contar de quienes me rodean porque son parte de mi relato, de las rimas que construyen mi hacer y pensar. De más está decirles, mi camino son personas, mis palabras son de cariño, la historia –SIEMPRE- es historia compartida. ¡Tengo muchas palabras todavía! ...ansiosas por enredarse en nuevos personajes.



Julia.-

viernes, 21 de diciembre de 2012

Que el miedo no te paralice.



La excitación del trajín cotidiano en el que nos sumergimos durante el año, va decantando en este mes caracterizado por los trillados balances y cierres de procesos. Fiestas de graduación y mesas de exámenes coexisten en el calendario, mechado con horas al sol, compras navideñas y despedidas de año. Diciembre es una avalancha.

Culminada mi rutina, me enfrento a una dosis extra de ocio filosófico que me permite divagar por las más extrañas ideas; pero en este vaho de serena irresponsabilidad me invade no solo la imposibilidad de autodominio, sino también las ideas inconexas y fantásticas en mi mente que frustran todo intento del triunfo de la lógica.

Extraño mi rutina, mi año atareado, mis deadlines. Una idea cae en mi mente ahora, a las 2:04 a.m. del supuesto día del fin del mundo: la atareada rutina diaria me permite experimentar la toma de decisiones eficaces y rápidas sin necesidad de detenerme mucho tiempo a pensar todas las consecuencias. ¡La rutina es acción! ¡Es pragmatismo! (Ojo, no mal interpretar, no me refiero a la rutina como lo tedioso)

En mi ocio me siento libre de responsabilidades, pero encadenada por los pensamientos irrelevantes que se detienen en consecuencias poco oportunas e improbables. La libertad angustia, decía Sartre. Angustia sentirse solo para tantas cosas, para casi todo. En el ocio nadie me empuja, no hay apuros por dar el primer paso, pensás… te asustas; lo único que tenés en mente son las metas, los finales y objetivos, pero no te detenés en el trayecto, en la experiencia de viaje.

Pienso en una montaña rusa: ¿Vale la pena subirse? ¿Para qué hacer la cola de horas sólo por cinco minutos de diversión? ¿Para qué subir si se va a terminar? ¿Quién me garantiza que lo disfrute? (Ahora, el drama) ¿Y si se rompe? ¡Que el miedo no te paralice! ¡Que las probabilidades no te estanquen!

Hegel me enseñó que existen dos formas de viajar: una, con los ojos fijos en la meta, tomando el viaje solo como un medio, así la vida misma termina siendo un medio, en estos casos el objetivo prefijado nos garantiza que en un final tildemos de exitosa o frustrante la experiencia; la otra oportunidad es considerar el viaje como un fin en sí mismo, porque lo importante no es tener un objetivo prefijado sino reconfigurar este mismo con cada experiencia que nos hace nuevas personas y que nos llevan más allá de lo que hubiéramos podido pensar en el minuto de partida.

Nadie te enseña a viajar así, porque cada viaje es uno e irrepetible, sos vos, soy yo, cada uno de nosotros. Es el viaje en el que nos permitimos perdernos, permanecer por momentos en el error, extraviarnos en deseos y preguntas sin respuesta, confiando en la ruta, en el crecimiento personal a costa tanto de éxitos como de fracasos.

¿Cuántos podemos aprender del error? ¿Cuántos se animan a reconciliarse con uno mismo? ¿Cómo hacemos para reconocernos extraviados? Sin dudas, a mi parecer, Hegel acierta con esta frase: “no hay más remedio que resignarse a la largura de este camino, en el que cada momento es necesario, hay que detenerse en cada momento…” (Fenomenología del Espíritu)

El camino no siempre es emocionante, perdernos nos angustia y lo transitamos entonces como camino de desesperación. Nos detenemos, pero no para abandonar, sí para pensar. Es el ínterin en el cual nuestro GPS está “recalculando” un nuevo camino que nos lleve a destino. Otra vez ¡Que el miedo a calles desconocidas no te paralice!

El año en su transcurso es el viaje en montaña rusa, vértigo, ansiedad, emociones, experiencia de constante cambio porque –por lo menos mi rutina- es desafío permanente de problemas por resolver. Pensás y andás al mismo tiempo, los días, las semanas, los meses no dan tiempo a detenernos. De golpe ya estamos en presencia de Diciembre… Enero… son los momentos previos y posteriores a la montaña rusa. Pensamos en la experiencia pasada y cómo nos hizo nuevas personas; pensamos en el futuro y cómo poder afrontarlo desde este nuevo lugar. Miedo. ¡Alguien que me empuje a una nueva aventura!



Julia.-

lunes, 17 de diciembre de 2012

Adolescencia por adolescentes

¡Los jóvenes tienen mucho que decir



Vengo a mostrarles lo que más orgullo me da a esta altura del año, la producción mas auténtica y sincera de lo que vinimos construyendo con los chicos de quinto durante todo el 2012. Terminado el ciclo lectivo, los 55 participantes de esta cátedra de filosofía tenemos el honor de presentarles: Adolescencia por adolescentes. ¿Qué es? Un compendio de ensayos filosóficos, de ideas voladoras y frases célebres de mis estudiantes, esto es todo lo pensado, madurado, trabajado y puesto en común en los últimos nueve meses. 

Nuestro objetivo, desde las primeras clases fue conocernos a nosotros mismos, para eso era imperioso comprender lo que es ser un adolescente. Leímos una parte de "Yo, adolescente" -de Zabo- y nos animamos a la idea de dejar plasmado en palabras lo que es ser adolescente hoy, desde esta mirada cercana, para que en unos años no caigamos en el pensamiento reduccionista, simplista y divisor del tan común: "la juventud está perdida," "ya vas a entender cuando seas grande." La otra mitad del año, nos enfocamos en leer a Andrés Luetich, profesor de filosofía que escribió "Perdón Sofía." Y así le dimos rienda suelta a nuestras ideas, esto, señoras y señores, es pensamiento crítico. 

Como profe, me sorprendí sobremanera no solo de la calidad de ideas, sino también por la valentía de estos chicos y los valores que puedo certificar, no solo profesan sino que encarnan. Personas maravillosas que quieren dejar huellas, no solo hoy, también mañana transformando la realidad, tomando las riendas en el cumplimiento de sus sueños. Son chicos felices, son adolescentes grandes. 

No se puede guardar esto en un cajón, porque es patrimonio de todos, serán en poco tiempo nuestros colegas, quienes quizás, si la vida lo propone, algún día nos solucionen con responsabilidad algún problema. ¿Sonará cursi? ¡Son la nueva generación! 

Les comparto lo más hermoso de este año, la concreción de mi vocación, los frutos del trabajo de muchos, el amor por las ideas. Como enseñanza: no subestimar NUNCA a un adolescente, por si no sabías, ellos hablan y también piensan... y MUCHO. Aprendan de los muchachos. 

El LINK:  Adolescencia por adolescentes  (La primer página está en blanco, no asustar)

Diseño del libro por Victoria Badra (Gracias Pi!)

Julia.-

domingo, 16 de diciembre de 2012

Metafísica


Escrito en el río, hace meses. Esto es volar. 




Esos momentos sublimes. En los que te quedas en silencio, todo lo que percibís por tus sentidos parece haber logrado de improviso una armonía que no provoca otra cosa más que emoción y respeto en lo más profundo de tu ser. Es el arte, es la magia, es esa mixtura perfecta en la que lograste rescatar la esencia de la realidad. Y esta te estremece. ¿Es acaso lo eterno haciéndose patente en lo cotidiano? ¿O lo cotidiano haciéndose eterno? ¿O nosotros percibiendo algo que estaba ahí, pero que mirábamos sin ver?

La verdad que me siento en este banco y pienso que hoy logré hacer eso. Ver el río en esta ciudad, cada día, es traer lo eterno, es experiencia de lo sublime, es perfección, reconciliación con el mundo. El viento también parece algo eterno hoy. ¿Hoy? ¿Siempre? ¿Dónde está?

Generalmente pienso que tengo que venir al río a escribir, pero siempre resulta que estoy acá y solo me pierdo contemplando. Me concentro, agudizo mis sentidos hasta que me cuesta comprender la tridimensionalidad del mundo. Me encanta hacer fuerza y cambiar la perspectiva; ya no estoy de este lado, estoy en frente, en la isla, mirándome desde el otro extremo. Está bueno, porque sí, porque cabría la posibilidad. No solo percibo, también pienso, ¿dónde estoy?

Ese en frente, no hay dudas, es el misterio. El en frente es silencio. ¿Es historia? Dice nada y dice mucho, porque como dije, cabría la posibilidad. Posibilidad de ser otro; en otro tiempo, otro espacio. Posibilidad de haber tomado otras decisiones. ¿El en frente es eso que perdí por optar estar acá? Comprenderlo es comprenderme.

Quisiera descifrar todo lo que dice el azul del cielo. Todo lo que tiene por contar este suelo, quisiera conocer los misterios del río, el silencio de la isla, la oscuridad de esos senderos. ¡Todo está tan a la vista! ¡Esta es la desesperación de la certeza sensible! Tan inmediata e increíblemente misteriosa. ¿Tendría que ser árbol para comprender? ¿Quién puede rendir cuentas, no es acaso la mía tan solo una humilde conciencia?

Humilde y miedosa, porque se pierde mil veces en el contemplar, titubeando a la hora de elegir las palabras… nunca van a ser exactas.

                           No existen.

                                     ¿Es una mentira ese supuesto misterio?

                                                              Maldita nietzscheana, 
                                                                                       debe serlo. 





¡Esas ansias de respirarte!


Julia.-

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Uno siempre sabe...


Hace mucho que no escribo, pero les aseguro que no son pocas las palabras habitando en mi mente, sin embargo tengo la sensación de que se resisten a acomodarse. Se rebelan las palabras contra mí, ¿cómo no van a hacerlo si viven influenciadas por un mundo en el que la coherencia no está de moda? Uno siempre sabe. No pienso, pero yo sé por qué no quiero pensar. Es el crimen del auto-engaño, contentarse con la mentira, con la verdad a medias pero a mi medida. Pero uno siempre sabe.

Hay dos supuestos filosóficos que quisiera recalcar: la diferencia específica del hombre es su racionalidad y, además, todos queremos comprender la verdad.

Hay momentos grises, cada vez más recurrentes, en los que me desentiendo de considerar la razón como lo esencial al ser humano. ¡La evidencia empírica me demuestra lo contrario! Generalizo –porque estoy así, perdón- y les digo que hasta pondría las manos en el fuego asegurando que cada vez son menos los que nos valemos de ella para enfrentar la realidad, transformarla y por supuesto, alcanzar y hacer valer la verdad; y, por el contrario, son más los que deberían revisar sus premisas…

¿Cómo puede ser? ¿Podemos escaparnos realmente a la razón? ¿Podemos cerrar los ojos frente a la verdad y hacer como que no existe? ¿Tildarla de apariencia? ¿De un relato más entre tantos otros? No creo que alguien pueda renunciar a ella sin condenarse en ese mismísimo instante.

Yo misma me estoy condenando en estos días en los que no quiero leer las noticias porque es tanto lo que sucede –y sucede MAL- que prefiero dejar mis palabras flotando para no anclarme en una realidad que sinceramente me supera. Lo que hago es posponer, dejar en suspenso, guardar en un cajón, métodos de auto engaño pasajero que están lejos de anular mi razón, esa que contra mi voluntad me impulsa a escribir, casi como una imperiosa necesidad.

Me podrán decir que el problema de la razón y de la verdad es que hoy todos sabemos que hay muchas razones y muchas verdades. Me altero. Porque bajo esta condición entonces todo está en manos de la política. ¿Cuál es la razón hoy? La del más fuerte. ¿A costa de qué? Del sentido común, quizás.

Como dije antes, hay épocas grises. En retrospectiva, a veces, se me distorsiona la historia y creo que desde que empecé a pensar críticamente estoy en una época gris. Mi equipo nunca gana, ahora me pasa que siento que ni siquiera tengo un equipo. Me da miedo el solipsismo en el que se puede caer cuando te rehúsas a la cruda realidad de que la vida política que te rodea nunca se regirá por reglas racionales. Es un juego, estoy de acuerdo, pero si vivimos en sociedad civil es porque somos seres humanos, no animales, por eso dejemos de contradecirnos: formemos una sociedad humana, esto es racional.

Uno siempre sabe… ¿en qué mente cabe pensar que la mentira y la violencia pueden construir algo?

No abran los ojos, abran la mente, con eso bastaría. 


Julia.-