Abrís los ojos y con lo primero
que te encontrás es con el techo, ¿Es el límite de tus sueños? ¿La condición de
posibilidad de haber estado soñando? Los límites y las posibilidades se
manifiestan siempre en eterna consonancia, tensión, frustración, ansiedad, conquista.
Parecería que cada día comienza algo nuevo, las
frases célebres nos invitan a vivirlo como si fuera el último; a que cuando
plantemos los pies sobre el frío piso, encaremos el esfuerzo de erguirnos
mientras con convicción nos repetimos: ¿Cómo voy a enfrentar hoy lo que me
depare la vida?
Mentira. Despertarse es
lamentarse de no poder seguir durmiendo, es alterarse porque estoy llegando
tarde, porque me olvidé de preparar las cosas para el trabajo. Lo primero que
le pregunto al día es: ¿Llegará rápido el colectivo? – Poco poético mi
encuentro con ‘lo nuevo,’ con la posibilidad latente.
Despertarse también es tomar
conciencia. Hay días en los que al abrir los ojos simultáneamente se abre una
puerta en mi mente y comienzan a aparecer cataratas de ideas. Una agenda de
creatividad organiza y desorganiza mis días, arma y desarma, acomoda y revuelve
todo. Creo nuevos esquemas, conecto nuevos conceptos, planifico, desintegro –todo
pasa mientras miro el techo- Lo que hasta ayer
creía establecido, hoy ya no es relevante. Abro nuevos caminos, nuevas formas
de vivir el hoy y el mañana; lo nuevo, el futuro, lo que puede llegar a ser, lo que
es, lo que ha sido.
Despertarse sin pensar en la hora
y sí en proyectos divertidos, dándote herramientas para sentirte el hacedor de tu vida es una excepción de
lo cotidiano, una suspensión del tiempo, un darse
cuenta de la libertad creativa. No pasa seguido, pero cuando pasa, lo
primero que hago al levantarme es agarrar un lápiz y hacer un boceto sobre
mis nuevos planes.
El sueño cobra forma, al hacerlo
se limita. Al limitarse, es posible.
Juli.-
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