lunes, 29 de abril de 2013

Crecer.


El tiempo solo existe para que te des cuenta que los ideales no son realidades. La concretización siempre es traición a la pureza, a la perfección de la idea.

El espacio solo existe para que te frustres, porque ese asombro cotidiano, el segundo en que te quedás sin respiración, la belleza... te deja sin palabras y por tanto, no puede volverse idea, no intentes apresarlo.

¿Somos seres de dos mundos? 
¡Por momentos y por espacios, no me sale vivir!


Por más que me esfuerce no encuentro universales ningún día a la semana, pero igual me convenzo de que los ideales residen en mi. No me resigno ante la frustración; vivo de cara a la belleza porque, más allá de que sea imposible asirla en mis manos, no es mera apariencia.

Crecí y aprendí a reconocer la plenitud de lo singular.


Ju.-

jueves, 18 de abril de 2013

Panfleto político


Un poco de realidad política ¿Mera opinión? Prefiero arriesgarme a tomar postura y debatir antes que quedarme de brazos cruzados. 

Ya volverá la poesía a este blog.


***

Creerán muchos que soy una petisa discutidora que no quiere cerrar el pico ¿estará en mis genes? Sin dudas. Pero no se equivoquen, no discuto por discutir: amante de la filosofía, mi vocación es un compromiso con la verdad. Ella empeña en escaparse, pero soy una terrible optimista dispuesta a razonar en pos de alcanzarla, ella es mi objetivo porque tengo la convicción de que en el dificil viaje por encontrarla puedo ir transformando mi realidad.

En el siglo V a.C. ni Aristóteles ni ninguno de sus conciudadanos podría haber dudado de su emblemática afirmación: “El hombre es un animal político.” ¿Nos resulta tan obvia hoy? El optimismo que embandero tiembla ante la mirada profunda de la realidad política de mi país; no minimizo al decir que se estremece más ante la inacción de mis pares ciudadanos que frente a las noticias de corrupción descarada que envuelven a los más altos cargos públicos. Más que animales políticos somos ingenuos superficiales, irremediablemente culpables de abandonar la esencia estrictamente política de nuestra dimensión social.

A veces pienso –en esa necesidad constante de justificarnos en algo- que terminé estudiando filosofía y pensando la política sólo por el hecho de ser argentina. ¿Qué hubiera sido de mí de haber nacido en otro espacio geográfico? Somos seres históricos, situados en un tiempo y un espacio que lejos de determinarnos en su sentido más estricto, sí cultivan nuestro ser de modo directo. Acá estoy, profesora por vocación o por necesidad social, llamémoslo como queramos.

A los dieciséis años aprendí los conceptos básicos que me acompañan hasta hoy en cuanto a pensamiento político se refiere: república, democracia, constitución nacional, libertad, estado de derecho. Calaron tan hondo en mí, que desde entonces tengo los ojos bien abiertos para defenderlos, enseñarlos, comunicarlos… en definitiva: vivirlos.

Una de las cosas más importantes que aprendí fue que la democracia permite que todos nos encontremos en el mismo nivel; en una sociedad democrática nadie es intocable, en un estado de derecho la ley aplica a cada uno de los ciudadanos –incluidos aquellos que desempeñan cargos públicos. También aprendí que el poder de los representantes reside en cada individuo y que la democracia no se caracteriza simplemente en emitir opinión en las urnas, sino sobre todo en gritar y ejercer la libertad de expresión cuando las instituciones no se respeten. Sé que somos débiles, que el poder engaña, entiendo que existen redes de corrupción desde antaño; precisamente por eso no voy a cerrar los ojos.

Nada me enerva tanto como la resolución simplista de frases trilladas y faltas de sentido como: “No importa que roben si defienden la democracia” “nadie es perfecto” “los otros también lo hacen” “¿Qué pensás, que vivís en Europa? ¡Esto es Argentina!” ¿Me permitís decirte algo? Esto es Argentina no porque los políticos se roben todo, sino porque a ciudadanos como vos les encanta que le saquen la plata en sus propias narices.

Empecé hablando de república y libertad, termino hablando de plata. ¡Qué vergüenza! ¡Los auto-convocados a las marchas en contra del gobierno solo van porque les tocan el bolsillo! ¡Burgueses! Me permito hacer un alegato que espero no suene exagerado, porque para mí es fruto de un sincero sentido común: ¿Qué nos pasó que creemos que el que nos toquen el bolsillo no es argumento válido para salir a manifestar? ¿Qué tan poco valor le atribuís a tu esfuerzo diario de salir a trabajar como para que no te parezca atroz que te roben lo que a buena honra ganaste? Y sí es robar, este año nos hemos desayunado ya dos tragedias –entre otras que no sabemos- por el hecho de que lo que recaudan de tu sueldo no va a parar al destino urgente y necesario por el cual pagamos impuestos. 100 personas –en números oficiales- suman las víctimas de Once y del desastre de La Plata, víctimas de un estado ineficiente y ladrón, de un estado que se encargó de difamar la corrupción de la década pasada mientras se está llevando el triple; un gobierno –perdón, gobierno y estado no son lo mismo pero a esta altura de la historia LAMENTABLEMENTE se confunden- que se atrinchera a la causa de los pobres aplicando medidas que jamás los sacarán de la pobreza (“a los pobres los quieren… sí, bien pobres”), a la causa de la democracia instaurando un discurso en el que abundan las chicanas y se ausentan los argumentos.

Estoy enojada. Enojadísima. El 2 de Abril cuando pensaba en la Guerra de Malvinas festejada y aplaudida por la sociedad, no pude dejar de pensar en la historia cíclica de este país. Salvaguardando las distancias –no estamos en ese espantoso tipo de guerra- seguimos siendo los mismos ciegos que en el presente todo le viene bien, todo es digno de ser aplaudido. 10, 20 o 30 años después estamos pagando los platos rotos ¿Quiénes? Las generaciones que ni siquiera tuvieron voz ni voto en ese aplauso. Hoy aplaudimos… ¿Estaremos dentro de 20 años tapados de remordimiento y vergüenza? Fijate, hoy, quince años después, a Menem “nadie lo votó”. ¿Podés imaginarte el panorama futuro?

¿Cómo vas a ver a tus hijos a los ojos? ¿Les vas a entregar una tierra, un país, una sociedad de la cual te hayas hecho responsable? ¿Cuándo te pregunte dónde estuviste el 18 de Abril de 2013, le vas a poder decir que fuiste protagonista o por lo bajo asumirás que has decidido ser un cómplice?

No hay que esperar años para que se haga justicia, eso es un mito que ellos quieren que vos creas. Exigí, porque tenés voz y voto por el simple hecho de que sos libre.


Pocos nos animamos a la libertad.


Libertad para buscar la verdad, búsqueda que te compromete con la realidad, que te hace un ciudadano con todas las letras.


Julia Tartaglia.-